RIVER PLATYE CUMPLE 120 AÑOS!!! River Plate, la institución que dio origen a la “La Máquina” de los años cuarenta, reconocida como una de las más maravillosas delanteras de la historia del fútbol, cuna de muchos de los más grandes cracks de todos los tiempos, el club que más títulos oficiales ganó en el fútbol argentino, y en cuyo estadio Monumental la selección argentina consiguió su primer título Mundial en 1978, Feliz Cumple 120 años.
River acumula doce títulos internacionales –muchos de ellos, obtenidos en los últimos años a partir de la brillante conducción de Marcelo Gallardo como director técnico desde 2014-, que se transforman en 18 si se le suman trofeos de Copas extintas como la Cup Tie Competition (1914) y la Copa Aldao, que ganó en cinco oportunidades (1936,1937,1941.1945 y 1947). Tiene cuatro Copas Libertadores y una Intercontinental, 36 títulos argentinos (35 profesionales y uno amateur) y fue tres veces tricampeón consecutivo, además de liderar la tabla histórica del fútbol argentino.PUBLICIDAD
En su largo recorrido tuvo épocas de esplendor, como en la década del cuarenta con el surgimiento de la notable delantera a la que se llamó “La Máquina”, o en los cincuenta con “La Maquinita”, en la segunda mitad de los años setenta, con la dirección técnica de una de sus figuras más emblemática, Ángel Amadeo Labruna, los noventa, o en la actualidad, cuando cosechó la mayor cantidad de títulos internacionales.
También albergó a los más grandes cracks que fueron admirados por el mundo entero, como el propio Labruna (máximo goleador de su historia con 292 tantos, a sólo uno del mayor goleador del fútbol argentino, el paraguayo Arsenio Erico), Carlos Peucelle, Bernabé Ferreyra, José Manuel Moreno, Adolfo Pedernera, Félix Loustau, Néstor Rossi, Amadeo Carrizo, Walter Gómez, Enrique Omar Sívori, Ermindo Onega, Oscar Mas, Juan José López, Norberto Alonso, Ubaldo Fillol, Daniel Passarella, Leopoldo Luque, Oscar Ortiz, Ramón Díaz, Roberto Perfumo, Enzo Francéscoli, Ariel Ortega, Marcelo Gallardo, Pablo Aimar, Hernán Crespo, Andrés D’alessandro e Ignacio Fernández, entre otros.
Sin embargo, también tuvo que atravesar duros momentos, como cuando estuvo 18 años sin conseguir un título entre 1957 y 1975 –lapso durante el cual perdió sobre el final de ganar su primera Copa Libertadores al caer en la definición ante Peñarol en Chile luego de ir ganando 2-0-, o cuando evitó el descenso a la Primera B gracias al nuevo sistema de promedios en 1983, o cuando no pudo evitarlo en 2011, el momento más dramático de su historia.
River fue fundado el 25 de mayo de 1901 como fusión de dos clubes del barrio de la Boca, Santa Rosa y La Rosales, dos equipos que llevaban una amistosa rivalidad y su nombre final se debió a la clásica forma en que se nombraba al Río de la Plata desde el inglés británico.
La Rosales se había fundado en la imprenta de Severo Gentile de la avenida Almirante Brown, en la Boca y tomó como cancha la de la Carbonera Wilson. La proposición de fusión con Santa Rosa fue de Isidoro Kitzer, que estudiaba en el Buenos Aires High School, del que era propietario Alejandro Watson Hutton, generador de lo que después sería Alumni -el club dominador de los primeros años del balompié nacional- y fundador de la Argentine Association Football League. Kitzer había nacido en Bombai y llegó en barco a la Argentina y se quedó a vivir en el barrio de la Boca.
Origen del nombre
Pedro Martínez, cofundador de La Rosales que veía partidos de los marineros ingleses cerca del dique 3 de la Dársena Sud, observó que en uno de los cajones que llegaban al puerto estaba escrito “The River Plate” como destino de la mercadería. Sugirió el nombre pero otros querían ponerle “Forward”, Hubo un partido para determinar el nombre del nuevo club y lo ganó “Forward” pero Martínez, apoyado por Leopoldo Bard – primer presidente y capitán del equipo, proveniente del Santa Rosa- insistió con “River Plate”. Comenzaron a jugar con una camisa blanca pero luego, para distinguirse, le agregaron una cinta roja a partir de descubrir una que pendía de un carro arrastrado por un caballo.
Bard era estudiante de medicina y en aquel tiempo ya realizaba tareas en el Hospital Muñiz y fue el encargado de hacer gestiones ante su director, José Penna, para obtener desde la institución los primeros tablones y hasta ayudas de carpinteros para montar la primera cancha de la Dársena Sud.
Después se convertiría en un prestigioso médico, especializado en higiene médica y medicina laboral, y en un referente de la Unión Cívica Radical, como una de las personas de mayor confianza del ex presidente argentino Hipólito Yrigoyen, con un gran poder de oratoria, y llegó a ser diputado nacional y presidente de su bloque entre 1922 y 1930.
Su primer triunfo oficial fue de 4-3 ante General Belgrano A por la Tercera División y aunque su campaña no fue de las mejores, ya al año siguiente se anotó en Segunda y el 13 de diciembre de 1908 le ganó a Racing 2-1 por un ascenso a la Primera, pero su rival impugnó el partido porque en el gol decisivo sus hinchas invadieron la cancha para festejar con los jugadores.
El 27 de diciembre se volvió a jugar y River venció por 7-0. El debut en Primera fue con una goleada de 7-3 ante Argentino de Quilmes el 2 de mayo de 1909. Su primer título llegó en 1914 cuando obtuvo la Copa de Competencia Jockey Club, lo que le dio derecho a disputar la Cup Tie Competition, y de esta manera pudo conseguir su primer éxito internacional, y ya en 1921 ganó su primer torneo nacional, su único campeonato en tiempos del amateurismo.
Las mudanzas hasta llegar al Monumental
Si su primer estadio se encontraba situado en el lado este de la Dársena Sud del puerto de Buenos Aires, luego se mudó a Sarandí por un breve lapso para regresar a la Boca hasta que en 1923, al no poder renovar el alquiler del predio, la dirigencia tomó la difícil decisión mudarse a otra zona, y construyó su nuevo estadio en la avenida Alvear (hoy Avenida del libertador), entre Tagle y Austria, y que ya contaba con capacidad para 40.000 espectadores y donde fue local en sus primeros pasos en el profesionalismo.
El 25 de mayo de 1935, al cumplir 34 años, su entonces presidente Antonio Vespucio Liberti pudo la piedra basal para la construcción del estadio Monumental, en el que sigue jugando como local en la actualidad -y que acaba de ser remodelado-, y que fue sede de partidos de la selección argentina en varios torneos internacionales, incluida la final de 1978 ante Países Bajos, en lo que fue la primera consagración mundial del equipo nacional.
El Monumental fue inaugurado el 25 de mayo de 1938 con un triunfo 3-1 en un amistoso ante Peñarol de Montevideo y también fue escenario de una situación dramática como la de la avalancha que aprisionó a muchos hinchas contra la Puerta de acceso número 12, en un Superclásico jugado contra Boca Juniors (0-0) por el torneo Metropolitano de 1968, con el saldo de 71 fallecidos y 66 heridos. Se trata del estadio más grande de la Argentina con una capacidad para 70.074 espectadores y desde el 29 de noviembre de 1986 lleva como nombre “Antonio Vespucio Liberti”.
El tradicional rival de River es Boca Juniors, que lo persigue en la cantidad de títulos en los torneos nacionales y lo supera en los internacionales, y que le saca ventaja en los enfrentamientos entre sí pero al que le ganó la considerada por muchos como “la Final de finales”, el enfrentamiento más valioso de la historia, en el estadio “Santiago Bernabeu” de Madrid por la final de la Copa Libertadores 2018, cuando tras empatar 2-2 en la ida y 1-1 en la vuelta, lo venció 2-0 en el alargue.
También desarrolló anteriormente una rivalidad con Racing en los tiempos del amateurismo, por lo que los partidos entre sí se llaman “Clásico Viejo” –el más antiguo del fútbol argentino-.
Cuándo empezó a ser llamado Millonarios
El apodo de “Millonarios” con el que se conoce a River proviene de las compras de dos pases históricos, el de Carlos Peucelle –que llegó a irse a probar a Boca y fue aceptado pero ya había cerrado el libro de pases y luego pasó por SanTelmo- a Sportivo Buenos Aires en 10.000 pesos de la época, en 1931, y el de Bernabé Ferreyra, “El mortero de Rufino”, a Tigre por 35.000 pesos en 1932.
Estas transferencias produjeron una revolución en aquel momento. “Bernabé Ferreyra tiene los pies más grandes del fútbol argentino. Llegan desde donde él se encuentre hasta la red”, escribió en “El Gráfico” Félix Daniel Frascara, en 1932. Ese año, River obtuvo su primer título profesional en el segundo año de esta nueva etapa del fútbol argentino y el potente delantero marcó 43 goles.
River repitió título en 1936 –ya era entrenador el húngaro Emérico Hirschl, “El Mago”-, cuando ganó las Copas de Oro y Campeonato, y se quedó con el torneo oficial de 1937. Eran años de esplendor para el fútbol argentino y para principios de la década de los cuarenta se forjó la llamada “Máquina”, por la brillante delantera compuesta por Juan Carlos Muñoz, José Manuel Moreno –para muchos, el mejor jugador de todos los tiempos-, Adolfo Pedernera, Ángel Labruna y Félix Loustau, con los que alternaban, entre los más destacados, Aristóbulo Deambrosi y Aberto Gallo, gracias al gran trabajo de Peucelle en las divisiones inferiores y a la dirección técnica de Renato Cesarini. River había sido campeón en 1941, repitió en 1942 y volvió a ganar el título en 1945, ya con Peucelle en lugar de Cesarini, y el plantel se fue enriqueciendo con el debut de otros cracks como Néstor “Pipo” Rossi. Alfredo Di Stéfano, y el extraordinario arquero Amadeo Carrizo, que trajo la innovación de salir jugando y anticiparse a los remates rivales.
Cuando era consultado acerca de cómo consiguió forjar la “Máquina”, que ofreció notables espectáculos en los estadios, Peucelle solía decir que “no hice nada. Todo lo hizo Doña Rosa, la mamá de Pedernera, porque sin Adolfo no pudo haber Máquina. Hasta Adolfo miente cuando me involucra porque son cosas que ocurren por muchos motivos y no se pueden reparar”. Era tal la cantidad de figuras que Di Stéfano debió ser cedido a préstamo a Huracán en 1946 porque no tenía lugar y recién regresó en 1947. “Di Stéfano no suda los campos de juego. Los riega con su sangre”, escribió en “El Gráfico” Pepe Peña en 1960, cuando ya era una estrella del Real Madrid campeón de Europa. Rossi sostuvo con los años que a Moreno “nunca lo vi jugar regular, siempre bien o muy bien”.
La fábrica de cracks
La huelga de futbolistas de 1948 marcó el final de una etapa, con la emigración de muchas figuras a México y Colombia (entre ellos, Moreno, Rossi y Di Stéfano). River era uno de los principales aportantes de jugadores a la selección argentina que en la década del cuarenta ganó cuatro de los cincos sudamericanos (hoy Copa América), los de 1941, 1945, 1946 y 1947, y fue subcampeón de Uruguay en 1942. En 1949, el equipo viajó a Italia para jugar un amistoso en Turín ante un combinado italiano en solidaridad con los familiares de los jugadores del Torino fallecidos en el accidente aéreo de Superga. Empataron 2-2 y ese gesto del club argentino es recordado hasta el presente.
La llegada de los años cincuenta trajo otro gran equipo para River, con la llamada “Maquinita”, una delantera integrada por Santiago Vernazza, Eliseo Prado, el uruguayo Walter Gómez, Labruna y Loustau. La adquisición del pase de Gómez en 1950 es otro de los grandes hechos de aquel tiempo. “Su juego de cintura era mejor que el de Rojitas o Bochini. Con esto a favor del uruguayo: su toque seco y preciso a la salida del dribbling corto, sin necesidad de acomodarse, armarse o perfilarse”, escribió Julio Cesar Pasquato, “Juvenal”, en “El Gráfico” en 1980.
River fue el dueño de la década de los cincuenta con los títulos de 1952, 1953, 1955, 1956 y 1957. La venta de otro talentoso jugador surgido de sus divisiones inferiores, Enrique Omar Sívori, a la Juventus de Italia durante ese año por 10 millones de pesos sirvió para completar la construcción del Monumental y cerrar el sector llamado “La Herradura”, que fue reemplazada por la tribuna “Colonia”. Fue tal la supremacía “millonaria” que el reconocido periodista Dante Panzeri sostuvo que en esos tiempos River era “el Alumni del profesionalismo”.
“Yo quiero un equipo con diez desconocidos. Después, lo pongo a Sívori y ya estamos listos para ser campeones”, sostuvo por esos años Cesarini. “No creo que exista un hombre que domine los secretos del fútbol como Renato Cesarini. Era una enciclopedia que uno siempre tenía a mano”, le devolvió la gentileza el “Cabezón” Sivori en diálogo con la revista “Sport” en 1969. Apenas años antes fueron rivales en el fútbol italiano, uno como jugador, el otro como entrenador.
Sin embargo, pasada la serie de títulos de los años cincuenta, River atravesó una larga noche, inesperada para lo que ya era una gran institución, con 18 años sin poder conseguir un título. Algunos analistas colocan el mojón en el regreso del Mundial de Suecia en 1958, en el que la selección argentina tuvo un mal desempeño (aunque sin recurrir a sus figuras del exterior) a lo que se sumó el final de un largo ciclo de Labruna en 1959.
A principio de los sesenta, junto con Alberto J. Armando, presidente de Boca, Liberti impuso lo que se denominó “Fútbol Espectáculo” que consistió en la importación de jugadores extranjeros que le fueron quitando espacio a los surgidos de divisiones inferiores, especialmente provenientes de Uruguay y Brasil. El 14 de mayo de 1961, ante Atlanta (1-1) y en Villa Crespo, River utilizó por primera vez una delantera compuesta por cinco extranjeros: el uruguayo Domingo Pérez, los brasileños Moacyr, Delem y Roberto, y el centrodelantero español Pepillo. Repitió ataque el 8 de julio en La Plata ante Gimnasia (0-1), el 23 de julio ante Rosario Central (4-2) y el 6 de agosto ante Boca en el Monumental (2-2). Uno de los jugadores que más sintió esta política fue Ermindo Onega. “Para mí, el mejor de todos después de Maradona. Era moderno en 1964. Jugaba a uno o dos toques, cabeceaba muy bien. En la Selección fue un fenómeno por eso pienso que, si en los demás equipos que jugó hubiese encontrado la compensación que necesitaba, se habría convertido en fuera de serie”, dijo sobre él Roberto Perfumo a la revista “El Gráfico” en 1995.
Siempre protagonista y “gallinas”
Pese a no ganar campeonato, era habitual que River protagonizara casi todos los torneos y en muchos arañó el título, perdido a veces en circunstancias insólitas, aunque el punto más alto fue la derrota en la final de la Copa Libertadores del 20 de mayo de 1966 en Santiago de Chile, cuando ganando 2-0 (con goles de Daniel Onega y Jorge Solari), Peñarol de Montevideo remontó a un 4-2 en el alargue (goles del ecuatoriano Alberto Spencer y Roberto Matosas en los noventa minutos y de Spencer y Pedro Rocha en el tiempo extra). Cuando River volvió al torneo local para disputar la siguiente fecha ante Bánfield, los hinchas del “Taladro” soltaron una gallina blanca con una banda roja pintada en alusión a la final perdida y desde ese momento, se sumó el mote de “gallinas”, hoy aceptado por su parcialidad.
Para principios de los años setenta, con la llegada del brasileño Didí a la dirección técnica, se produjo un cambio de timón. La desesperación por un éxito había llevado a contrataciones carísimas y se decidió apostar a las divisiones inferiores, lo que traería éxitos en un mediano plazo. El director técnico brasileño apostó por jugadores de altísima calidad como Norberto Alonso o Juan José López, que junto a Reinaldo Merlo constituirían el mediocampo durante toda la década y ayudarían a ganar varios campeonatos, al igual que un gran goleador como Carlos Morete. “El fútbol es un pibe que juega como Alonso”, escribió Osvaldo Ardizzone en el diario “Tiempo Argentino”.
En 1975, la dirigencia de River se decidió a contratar a Labruna, que como director técnico había hecho una gran campaña en Talleres de Córdoba –de donde provinieron Héctor Ártico y Pablo Comelles-, y reforzó al equipo con figuras de mucho peso y trayectoria como Perfumo, Miguel Ángel Raimondo y Pedro González, que se sumaron a otros valores como Ubaldo Fillol, Mas, y los jóvenes surgidos en las divisiones inferiores –con la consolidación de Daniel Passarella-. y volvió a consagrarse campeón del Metropolitano con un fútbol arrasador aunque con un extraño final, porque el día que consiguió cambiar la historia de 18 años tuvo que jugar con un equipo de juveniles por la huelga del sindicato de futbolistas. Venció a Argentinos Juniors 1-0 en la cancha de Vélez, con gol de Rubén Bruno.
Ya con Leopoldo Luque reemplazando a Morete, transferido al fútbol español, y sin el peso de los años sin títulos, River pudo ser bicampeón al ganar el Nacional, y siguió cosechando títulos como el Metropolitano 1977, el bicampeonato de 1970, y el Metropolitano de 1980, y aportó cinco jugadores a la selección argentina campeona del mundo en 1978 (Fillol, Passarella, Luque, Alonso y Oscar Ortiz). También estuvo cerca de ganar la Copa Libertadores en 1976, pero fue vencido por Cruzeiro por 3-2 en el mismo escenario de la final de diez años atrás, el estadio Nacional de Santiago de Chile.
A mediados de 1981, sorpresivamente, y con intervención del almirante Carlos Lacoste, “Hombre Fuerte” del fútbol en la última dictadura cívico-militar y ligado al presidente de River de entonces, Rafael Aragón Cabrera, Labruna fue destituido como entrenador pese a los seis títulos logrados, y fue reemplazado por Di Stéfano. La gran novedad fue la llegada a préstamo desde Valencia de Mario Kempes, con lo que se trató de contraponer la contratación de Diego Maradona por parte de Boca.
River pudo ganar el Nacional aunque la relación entre Di Stéfano y Alonso fue insostenible y el talentoso volante decidió irse a Vélez a partir de 1982. La deteriorada economía argentina generó que River no pudiera mantener a Kempes y el plantel se diezmó, con continuos problemas sindicales, al punto de que estuvo al borde del descenso en 1983, cuando finalizó penúltimo pero lo salvó el nuevo sistema de promedios.
En 1984 aparecieron los indicios de una recuperación con la consolidación del uruguayo Enzo Francescoli como nueva figura. Llegó a la final del Nacional ante el Ferro de Carlos Griguol y ya al año siguiente, con Héctor Veira como entrenador y un sólido equipo que contó con el regreso de Alonso, y figuras como Claudio Morresi, Américo Gallego, Antonio Alzamendi, Nery Pumpido y Roque Alfaro –Oscar Ruggeri y Ricardo Gareca habían llegado meses antes en un trueque con Boca por Julio Olarticoehea y Carlos Tapia-, ganó ampliamente el torneo 1985/86 y se proyectó a la Copa Libertadores, -que por fin pudo ganar venciendo al América de Cali tanto en Colombia (2-1) como en Buenos Aires (1-0, con gol del fallecido Juan Gilberto Funes)-, la Intercontinental -1-0 al Steaua Bucarest con gol de Alzamendi- y la Interamericana ya en 1987, contra la Liga Alajuelense de Costa Rica.
Entre las nuevas figuras juveniles aparecían Claudio Caniggia, Néstor Gorosito y Pedro Troglio. Ese River aportó tres jugadores a la selección argentina campeona del mundo en México 1986, Pumpido, Ruggeri y Héctor Enrique. La temporada 1989/90 significó la vuelta al éxito. Si bien comenzó con Alonso de manager y Merlo de director técnico, las elecciones de diciembre de 1989 ganadas por Alfredo Dávicce determinaron sus renuncias y su reemplazo por Passarella, que acababa de terminar su carrera de futbolista. Casi repite en el Apertura 1990 pero su ex arquero Fillol tuvo una tarde excepcional en la última fecha del Monumental, atajando para Vélez, y el torneo quedó en manos de Newell´s Old Boys.
De todos modos, River volvería ser el dueño de la década de los noventa con los títulos de los torneos Apertura 1991, 1993 y 1994, enriquecido con el regreso de Ramón Díaz de su campaña en el exterior. El último de los torneos fue ganado por Américo Gallego, ayudante de Passarella, cuyos éxitos lo catapultaron a la selección argentina tras el Mundial de 1994. Ya desde 1995, sumado Gallego al equipo nacional, River le ofreció el cargo de entrenador a Ramón Díaz, repitiendo la experiencia anterior de Passarella, y siguieron los éxitos con un nuevo tricampeonato consecutivo (Apertura 1996, Clausura 1997 y Apertura 1997) con figuras surgidas de sus divisiones inferiores como Ariel Ortega, Marcelo Gallardo, Leonardo Astrada, Gustavo Zapata, Hernán Crespo o Matías Almeyda, y el refuerzo de jugadores de jerarquía internacional como el chileno Marcelo Salas, el paraguayo Celso Ayala y en especial, el regreso desde el exterior de Francéscoli. Este equipo pudo ganar la segunda Copa Libertadores para el club en 1996 otra vez en la final ante América de Cali (cayó 1-0 en Colombia pero ganó 2-0 en el Monumental con goles de Crespo), y la Supercopa sudamericana en 1997. En cambio, no pudo conseguir la intercontinental en Japón al caer 1-0 ante la poderosa Juventus de Marcello Lippi.
En la temporada 1999/2000 volvió a ganar el bicampeonato, ahora con otra base de jugadores surgidos de las divisiones inferiores como Pablo Aimar y Javier Saviola, que junto con el colombiano Juan Pablo Ángel y Ortega conformaron un gran ataque, si bien en el plano internacional no pudieron superar al Boca de Carlos Bianchi.
El Siglo XXI parecía prometer muchos éxitos en sus inicios cuando River volvió a repetir los títulos en los torneos Clausura 2002, 2003 y 2004 con otra generación de jugadores surgidos de su prolífica cantera como Andrés D’Alessandro, Fernando Cavenaghi, Maxi López, Martín Demichelis o Javier Mascherano, aunque no pudo corroborarlo en el plano internacional, especialmente con la dolorosa eliminación en semifinales de la Copa Libertadores 2004 ante Boca en el Monumental, cuando venció 2-1 en la revancha (había caído en la ida 1-0 en la Bombonera) y perdió por penales en una serie de infarto y con resultados cambiantes y partidos muy calientes.
Sin embargo, desde 2005 el club comenzó una profunda caída institucional, disimulada por el título del Clausura 2008 con la dirección técnica de Diego Simeone, quien sin embargo no pudo evitar el último lugar en el siguiente Apertura, en el inicio de una caída en los promedios por el descenso. En diciembre de 2009 finalizó el ciclo de ocho años de presidencia de José María Aguilar con las elecciones ganadas por Passarella a Rodolfo D’Onofrio por apenas seis votos. Ni Leonardo Astrada, ni Ángel Cappa, ni finalmente Juan José López pudieron frenar la caída en 2011, cuando River no pudo evitar jugar la promoción ante Belgrano de Córdoba, y tras caer 2-0 en la ida, no pasó del 1-1 en la vuelta en el Monumental el 26 de junio (Juan Carlos Olave le contuvo un penal clave a Mariano Pavone), en el único descenso al Nacional B y su estadio Monumental destrozado por la manifestación de bronca de muchos de sus hinchas.
Sin embargo, en el momento más difícil de su historia, River consiguió resurgir enseguida de sus cenizas. Regresaron al club tres figuras como Cavenaghi, Alejandro “Chori” Domínguez, Leonardo Ponzio y el ex campeón mundial con Francia y estrella de la Juventus, David Trezeguet, y conducido por Matías Almeyda, que acababa de terminar su carrera de futbolistas, ascendió en la temporada siguiente.
La era Gallardo
A partir de allí, la recuperación fue en franco ascenso. Ya con Rodolfo D’Onofrio de presidente desde diciembre de 2013, volvió a ser campeón al obtener el Clausura 2014, aunque al finalizar, su entrenador, Ramón Díaz, presentó la renuncia, y Francescoli, nuevo manager, decidió convocar para el cargo a Marcelo Gallardo, que venía de realizar su primera experiencia en Nacional de Montevideo y estaba a punto de firmar para Newell’s.
Gallardo asumió a mediados de 2014 y aún se mantiene en el cargo siete años más tarde, algo muy poco habitual en estos tiempos en el fútbol argentino, en gran parte debido a un extraordinario ciclo de éxitos constantes en el plano internacional, con un sistema de juego reconocido en forma casi unánime por propios y adversarios, y con resonantes triunfos como las Copas Libertadores 2015 y 2019, la Copa Sudamericana 2014, la Copa Suruga Bank 2014, las Recopas sudamericanas 2015, 2016 y 2019. En el plano local, consiguió las copas Argentinas de 2016, 2017 y 2019, y las Supercopas Argentinas 2018 y 2019. Todas estas conquistas entronizaron a Gallardo como el entrenador con más cantidad de títulos (12) en la historia del club, además de haber eliminado a Boca en cinco ocasiones (Copas Libertadores 2015 y 2019, Copa Sudamericana 2014 y la final de la Supercopa Argentina 2018 en Mendoza) pero en especial, las dos finales de 2018, la histórica de la Copa Libertadores definida en el estadio “Santiago Bernabeu” del Real Madrid, luego de incidentes cuando el micro de los jugadores xeneizes fue apedreado en las cercanías del Monumental que motivó la suspensión del partido de vuelta tras el 2-2 en la ida en la Bombonera. Volvieron a empatar 1-1 en el segundo partido, y ya en el alargue, el colombiano Juanfer Quintero y Gonzalo “Pity” Martínez, en la última jugada, establecieron la diferencia final.
Durante el ciclo de Gallardo, River se dio el lujo de eliminar en copas internacionales a Boca, Racing, Independiente y San Lorenzo y en los últimos días volvió a ser noticia en todo el mundo cuando venció como local a Independiente Santa Fe de Colombia 2-0 por la actual Copa Libertadores con un equipo integrado por algunos juveniles, sin banco de suplentes y un arquero improvisado como Enzo Pérez, habitual volante central.
El ciclo de Gallardo, de todos modos, arrastra también algunas deudas, como la falta de títulos de liga en los siete años, o algunas duras derrotas como ante Lanús por la semifinal de la Copa Libertadores 2017 cuando llevaba una ventaja de tres goles en la serie y recibió cuatro en poco más de veinte minutos, la eliminación ante Al Ain de Emiratos Árabes en la semifinal del Mundial de Clubes 2018 (la primera y única vez que un equipo argentino participante del torneo no llega a la final), la derrota ante Flamengo en Lima en la final de la Copa Libertadores 2019, cuando recibió dos goles de Gabriel Barbosa, “Gabigol” en los dos minutos finales luego de ir ganando 1-0 o la Copa de la Superliga 2019/20 perdida ante Boca en las últimas dos fechas cuando llevaba un cómodo liderazgo.
El presente encuentra a River consolidado como un gran club, con más de cincuenta actividades deportivas, sociales y culturales, con un instituto, un terciario y una universidad y el predio “River Camp”, en Ezeiza para los planteles masculino y femenino de primera y para las divisiones inferiores, que hace pocos meses fue objeto de polémica cuando parecía que la AFA aceptaría que jugara allí los partidos durante la cuarentena mientras se remodelaba el Monumental pero finalmente la Liga de Fútbol Profesional no autorizó y debió ser local en Independiente. Cuenta con 150.000 socios activos.
Su himno –”River Plate tu grato nombre, derrotado o vencedor, mientras viva tu bandera la izaremos con honor”- , escrito por Arturo Antelo, cantada por Ernesto Famá y ejecutado por la orquesta de Francisco Canaro, fue lanzado el 12 de diciembre de 1932 antes de un Superclásico, con la melodía de la canción irlandesa “It’s a long way to Tipperary”, adoptada por el batallón del ejército británico durante la primera Guerra Mundial, aunque desde 1997 fue reemplazado por una versión moderna, compuesta por Ignacio Copani –”El más grande sigue siendo River Plate, el campeón más poderoso de la historia”-.
Si bien River es un club conocido en el mundo por el fútbol masculino, su equipo femenino llegó a la final del último torneo argentino, en la que fue vencido por Boca por 7-0, y llegó luego a los cuartos de final de la Copa Libertadores 2021, mientras que la tenista Gabriela Sabatini surgió de este club cuando contaba con seis años, entrenada por Daniel Fidalgo.
Todos los 28 de septiembre se festeja el “Día del Hincha de River” al conmemorarse la fecha de nacimiento (en 1918) de Ángel Labruna, su figura más emblemática, multicampeón como jugador y entrenador, máximo goleador de los Superclásicos (16) y máximo conquistador de títulos (9 campeonatos y 7 copas como jugador, y 6 torneos como entrenador).
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