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A la celebración de la primera misa después de la suspensión motivada por las medidas emanadas por el Gobierno de Conte, a la cual adhirió la Santa Sede, el Papa Francisco la ofició con el pedido especial de uso de barbijos y la obligatoriedad de higienizarse las manos para entrar. Más de un centenar de fieles siguió desde la plaza vaticana, a través de pantallas la oración dominical que el Papa dirigió desde la Biblioteca del Palacio Apostólico, como lo hace desde el 8 de marzo por las medidas para frenar la difusión de la pandemia de coronavirus.
El Papa Francisco recordó que «en cada parte del mundo trabajan con pasión y empeño por la paz, por el diálogo entre naciones, por el servicio a los pobres, por el cuidado de la creación y por la victoria de la humanidad sobre toda enfermedad del cuerpo, del corazón y del alma».
En línea con la flexibilización gradual dispuesta por el gobierno italiano, el Vaticano reabrió esta semana la Basílica a los fieles y turistas, al tiempo que volvió a permitir el paso de personas por la plaza vaticana.
El 1 de junio la Santa Sede reabrirá sus museos, también con medidas de distanciamiento social, uso obligatorio de barbijos y la necesidad de reserva para el ingreso.
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